Prometí esta receta a mis amigos Julio y Concha allá por Navidad, espero que me perdonen el retraso, pero quería una entrada tan bonita y primorosa como la tarta y necesitaba tiempo.
Hay muchas versiones de esta tarta pero yo me he esforzado mucho por ser fiel a la receta original y me he documentado durante un tiempo, ya que había probado esta tarta en un restaurante francés en Praga y me deslumbró sus textura y la delicadeza de su sabor, pero luego quedé desilusionada con las distintas "mejoras" que probé en distintos sitios porque tienden a enriquecerla con mermeladas, caramelos o flambeados y desvirtúan completamente el resultado. Creo que por fin lo he conseguido y por eso me atreví a cocinarla para mis invitados, ellos me han dado su aprobación, espero que vosotros también.
Ingredientes:
1 kg de manzanas golden (aproximado, depende del tamaño del recipiente)
125 gramos de mantequilla
125 gramos de azúcar
1 lámina del mejor hojaldre que encuentres
También necesitas una cazuela que sirva para el tipo de cocina que tengas y ademas para meter en el horno, acero inoxidable con las asas metálicas es perfecta, porque si cambias las manzanas a un molde de horno a medio hacer la tarta, se te mueven todas y empeora mucho el aspecto. La mía (comprada a propósito después de comprobar la cuestión) mide 24 cms, de diámetro interior y 4 cms. de fondo (por dentro). Después resulta utilísima para salsas, así que no es una inversión exagerada.
Preparación:
Untas la cacerola con la mantequilla por todos lados, cortas el resto de mantequilla en trozos y la repartes por el fondo de la cacerola, después espolvoreas el azúcar, pelas las manzanas y las cortas en cuartos, las vas colocando con los centros hacia arriba cubriendo todo el fondo de la cacerola y en una disposición ordenada que será la definitiva. Tiene que quedar un aspecto parecido a éste:
Después la pones a fuego muy suave para que la mantequilla se funda con el azúcar y el jugo que sueltan las manzanas, debe ser suave porque la mantequilla no aguanta las temperaturas altas y se desnaturaliza.
El secreto de esta tarta es la paciencia, si la arrebatas no te sale.
Cuando empieza el líquido a caramelizarse, aproximadamente 45 minutos después, tal vez más, depende de lo maduras que estuvieran las manzanas, empieza a cambiar su color, y lo vigilas un poco hasta que tenga un aspecto parecido a éste:
Como ves, las manzanas han disminuido un poco su tamaño porque han soltado su jugo y el líquido resultante tiene un bonito color caramelo. Ha llegado el momento de sacarla del fuego, en mis pruebas he comprobado que conviene tapar la cacerola y dejarla reposar para que se enfríe, porque si no al poner el hojaldre te quemas las manos y el hojaldre se arrebata y no hay necesidad.
Llegado el momento precalientas el horno y cubres la preparación con la capa de hojaldre sobre las manzanas y dejando que suba un poco por los lados de la cacerola hasta el borde y después lo recortas a medida con las manos. ¿que porqué no lo estiro sobre la cacerola como si fuera una tapa?, pues porque al cocerse en el horno encoge siempre un poco y si lo pones estirado se queda más pequeño una vez hecho y queremos que cubra la preparación por completo.
Hay que hornearlo a 180 grados, entre 25 y 30 minutos, hasta que se dore y tenga un aspecto tan bonito como éste:
Se toma tibia, pero no demasiado caliente porque te quemas con el caramelo, que guarda mucho el calor, lo ideal es sacarla del horno y dejarla reposar justo cuando te sientas a la mesa, o cuando llegan los invitados, para que se temple mientras comeis y cuando llega la hora del postre pones una fuente bonita sobre la cazuela y le das la vuelta rápidamente como si fuera una tortilla para que quede el hojaldre abajo y las manzanas arriba, tal y como está en la primera foto de la entrada.
A mí me sabe "natural" en el sentido que esta palabra tiene de auténtico, de sencillo, como cuando tu abuela te ponía una rebanada de pan de pueblo con mantequilla y te sabía "de verdad".
A disfrutar.
